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La importancia del confort térmico en los colegios

Publicado por S&P          enero 11, 2021          Lectura: 3 min.

En España, más allá de medir el resultado académico de los alumnos, quizá sea el momento de analizar también las condiciones ambientales en las que estos estudian. De hecho, son cada vez más las investigaciones que constatan la relación directa que hay entre el confort térmico en los colegios y el rendimiento escolar. Un asunto en el que nos parece interesante profundizar.

Lectura: 3 min.

¿Qué es el confort térmico en los colegios?

En los últimos años se ha hablado mucho sobre un nuevo modelo de edificación, las llamadas «casas pasivas», que armonizan eficiencia energética con bienestar y confort. Un concepto que se suele relacionar con las viviendas residenciales, pero que es trasladable a todo tipo de edificios. Especialmente a aquellos en cuyo interior las personas pasamos una parte importante de nuestro tiempo. Sin duda, un marco en el que colegios y centros educativos deben considerarse objetivos prioritarios. Recordemos que nuestros niños y niñas están en las aulas más horas que en ningún otro lugar, incluidos sus hogares.

Por lo general, se relaciona ese bienestar con la calidad del aire interior en los colegios. Y de forma intensa en estos meses de pandemia, en los que garantizar una correcta ventilación es un tema recurrente. Sin embargo, es igual de importante asegurar que esos espacios respondan a unos niveles mínimos de confort hidrotérmico. Esta expresión hace referencia a las condiciones de humedad, temperatura y renovación del aire que tiene que reunir un lugar cerrado para que una persona se sienta cómoda y a gusto, mientras realiza las actividades que son propias de ese espacio.

Confort térmico en los colegios y el éxito escolar

Se podría pensar que este asunto del confort térmico es una cuestión subjetiva, que una persona puede estar a gusto a 25 grados, mientras otra siente un calor agobiante. Pero la comodidad higrotérmica establece unos requisitos mínimos que se han revelado como imprescindibles para mantener los niveles de atención y concentración necesarios en un aula. Y este no es un descubrimiento reciente, sino que está íntimamente relacionado con la teoría de la motivación que desarrolló el psicólogo Abraham Maslow en el año 1943. Para este terapeuta, un individuo no puede dedicarse a actividades más avanzadas si antes no tiene cubiertas sus necesidades fisiológicas esenciales, las cuales abarcan no solo la alimentación, sino también unas condiciones básicas de bienestar y seguridad. 

Esta teoría se ha contrastado, por ejemplo, en un estudio reciente llevado a cabo en 153 aulas de colegios del Reino Unido. Los alumnos se sometieron a dos pruebas numéricas y dos lingüísticas. En ambas materias, los resultados mejoraron notablemente entre los estudiantes cuando la temperatura de las aulas se redujo de 25 a 20 grados. A esta investigación hay que añadir los más de trescientos artículos dedicados a estudiar la influencia de la comodidad y calidad del aire en entornos laborales con la productividad. Evidentemente, si estos condicionantes afectan a los adultos, lo hacen en la misma proporción con los menores.

Nuestros colegios, lejos de ser espacios confortables y saludables

Este último curso, el retorno a las aulas ha estado marcado por la obligación de garantizar una adecuada calidad del aire en estos espacios. Y, desafortunadamente, la mayor parte de la ventilación en los colegios solo puede realizarse abriendo las ventanas. Con esta medida, sin duda, se renueva el aire. Eso sí, lo hace a costa de que los estudiantes pasen frío o calor, dependiendo del mes del año, con la consiguiente repercusión en su capacidad de aprendizaje.

La situación es bastante más grave de lo que parece, tal como demuestran los resultados de un estudio publicado el pasado mes de octubre por la Plataforma de Edificación Passivhaus. Esta asociación ha dedicado todo un año lectivo a analizar las condiciones ambientales de 36 centros escolares ubicados en 33 ciudades españolas. Es un trabajo de investigación que se alinea con otros similares llevados a cabo en Inglaterra, con resultados igualmente preocupantes.

Las conclusiones son incontestables:

  • Más del 32 % del tiempo lectivo se desarrolla en condiciones de mal confort térmico en los colegios.
  • La calidad del aire interior en los colegios no es la adecuada. Los niveles de concentración de CO2 superan los ratios saludables.
  • Los alumnos españoles solo disfrutan del conveniente confort térmico en los colegios durante una franja muy reducida de tiempo: el 20 % en el mejor de los casos y el 11 % en el peor.

No solo los padres y profesores, sino el conjunto de la sociedad debe comenzar a preocuparse y exigir que las instalaciones educativas cumplan con los estándares de calidad del aire interior y confort térmico. Instalar sistemas de ventilación mecánica garantiza que se respira un aire limpio, manteniendo una temperatura adecuada en estos espacios. Una inversión en salud pública que, además, repercute en el rendimiento académico de los alumnos.

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