Podemos decir que confort térmico es la sensación que experimentan las personas cuando no sienten ni frío ni calor con respecto al ambiente en el que viven o desarrollan su actividad, es decir, perciben una sensación de satisfacción con el entorno térmico.
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Y es que el concepto de confort térmico no es sencillo en su interpretación; es un concepto subjetivo, que no puede expresarse en grados y no puede ser definido por rangos de temperatura aceptables ya que se trata de una experiencia personal en la que influyen diversas variables como la humedad y la velocidad del aire, la vestimenta de las personas, la actividad física que desarrollen… y además de todo esto, puede ser diferente de un individuo a otro dentro de un mismo espacio.
Por ejemplo, una persona vestida de una manera determinada subiendo escaleras en un ambiente frío sentirá sensación de calor mientras que otra persona sentada con la misma vestimenta, sentiría demasiado frío en ese mismo ambiente.
Además, deberemos tener en cuenta que en el ámbito laboral, el concepto de confort térmico cobra especial relevancia ya que trabajar en condiciones de excesivo frío o calor genera una disminución en el rendimiento del trabajo, pérdida de concentración y en consecuencia un aumento de los errores. Está demostrado que desarrollar determinadas actividades profesionales en ambientes poco confortables térmicamente puede incrementar el riesgo de accidentes laborales.
En este sentido, diversos estudios sobre salud y seguridad sugieren que se puede hablar de un entorno laboral con un “confort razonable” cuando al menos el 80% de los ocupantes que realizan su labor en dicho ambiente, consideran la temperatura ambiente como confortable.
Existen diversos factores que influyen en el confort térmico, unos de tipo ambiental y otros de tipo personal que desarrollaremos a continuación.
Factores ambientales
Dentro de los factores ambientales que influyen en nuestra sensación de confort térmico, existen tres variables fundamentales:
- Temperatura del aire; la temperatura seca del aire es la temperatura a la que se encuentra el aire que rodea al individuo. La diferencia entre esta temperatura y la de la piel de las personas determina el intercambio de calor entre el individuo y el aire y a este intercambio se le denomina «intercambio de calor por convección» mientras que se llama “intercambio de calor por radiación”, al intercambio de calor entre distintas superficies del ambiente (piel, paredes, techos…). Se consideran temperaturas de confort térmico las que van desde los 21 grados en los meses de invierno hasta los 25 grados en los meses estivales.
- Humedad relativa; La relación entre la cantidad real de vapor de agua que está en el aire y la cantidad máxima que podría llegar a contener. Cuanto mayor es la humedad relativa, más difícil es perder calor a través de la evaporación del sudor y por ello, nuestra sensación de confort es mayor con un calor seco que con un calor húmedo. Se considera que humedades entre el 40 y el 70% pueden dar sensación de confort.
- Velocidad del aire; en referencia a la velocidad del aire con el que una persona está en contacto (medida en m / s). Cuanto más rápido se mueve el aire, mayor es el intercambio de calor entre la persona y el aire (por ejemplo, las corrientes de aire generalmente nos hacen sentir más fríos). Los parámetros de confort en cuanto a la velocidad del aire aconsejan un máximo de 2 m/s.
Factores personales
El confort térmico puede verse afectado también por una serie de factores personales que serían:
- Indumentaria; la ropa de las personas incide directamente en el intercambio de calor con el aire y las superficies circundantes.
- Actividad física; el nivel de actividad de las personas o trabajadores, es decir el calor que se genera por el metabolismo muscular, incide significativamente en la percepción de la sensación de confort térmico.
- Bienestar y enfermedades; el acceso a la comida o bebida, la aclimatación o el estado de salud son otros factores que influyen en la sensación de confort térmico.
Medidas preventivas para el confort térmico
A la hora de prevenir cualquier situación de falta de confort térmico en el ambiente, será fundamental contar con un adecuado sistema de climatización del aire y en este sentido, un sistema de ventilación apropiado contribuirá no sólo a mejorar la sensación de confort ambiental, sino que ayudará también a reducir la contaminación del aire interior.
Una de las soluciones para conseguir un ambiente térmico idóneo se basa en la ventilación mecánica de doble flujo con recuperador de calor. Mediante este sistema, podremos no sólo, renovar el aire, sino mejorar el confort reduciendo la sensación de corriente y filtrando el aire exterior todo ello reduciendo nuestra factura energética.
El recuperador de calor es un equipo que funciona mediante una serie de ventiladores y un intercambiador de calor que nos permiten renovar el aire interior mediante la inyección de aire limpio del exterior y la extracción del aire viciado del interior.
La cesión de calor en este tipo de dispositivos nos permiten además calentar el aire frío que entra del exterior en invierno, mientras que en verano pueden enfriar el aire caliente del exterior.
Los recuperadores de calor disponen además de unos filtros que reducen el nivel de contaminantes y mejorar notablemente la calidad del aire interior.
En definitiva, un sistema de ventilación mecánica de doble flujo con recuperador de calor nos permitirá disponer de un sistema de ventilación controlada, sin cambios bruscos de temperatura ni humedad que puedan alterar nuestras condiciones de confort térmico en el hogar o en el centro de trabajo.