Actualmente, la ventilación es uno de los elementos más importantes en el diseño de prácticamente cualquier tipo de construcción. Los beneficios de la ventilación, tanto en el ser humano así como en la propia construcción, son innegables y reconocidos a través de varios estudios. Además, la reglamentación actual nacional e internacional exige unos ciertos niveles de ventilación, dependiendo de cada aplicación.
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¿En qué consiste la ventilación inteligente?
Lógicamente, para la realización de cualquier proyecto, las ingenierías y arquitecturas se deben regir en la reglamentación actual. No obstante, nos debemos preguntar si los parámetros exigidos por las normativas son suficientes o no. A partir de este punto es cuando entra en juego la ventilación inteligente. No tiene sentido, desde un punto de vista lógico y económico, practicar los mismos niveles de ventilación, por ejemplo, en una biblioteca por la noche cuando se encuentra totalmente vacía que durante el día, cuando los usuarios utilizan sus servicios. El mismo hecho ocurre en fábricas, oficinas, escuelas, museos, viviendas, y una larga lista de aplicaciones.
La ventilación inteligente permite regular los ventiladores e incluso los recuperadores de calor, en función del parámetro que el diseñador de la instalación considere adecuado. Este parámetro es leído por una sonda o sensor, que transforma el propio parámetro en una señal digital o eléctrica, para que pueda ser leído por un elemento regulador que indicará al ventilador qué debe hacer, si bien aumentar la velocidad, reducirla o incluso apagarse.
¿Cual es la funcionalidad de los sensores?
El sensor adecuado dependerá de la aplicación que se disponga, aunque la recomendación que se debe hacer es la de escoger un sensor capaz de leer el parámetro más desfavorable. Por ejemplo, si se trata de un recinto con problemas de humedad, el sensor más adecuado sería una sonda de humedad relativa, mientras que si por otro lado, el parámetro más desfavorable son las partes por millón (ppm) de CO2 desprendido por los ocupantes del recinto, el sensor adecuado será una sonda de CO2. La funcionalidad de los sensores puede llegar a ser muy variable, puesto que existen en el mercado un amplio rango de sensores para poder prácticamente realizar cualquier tipo de aplicación. En consecuencia, podremos encontrar sensores que transmiten una señal digital (0 o 1) que apagará o encenderá el ventilador en función del valor del parámetro de consigna, hasta sensores que transmiten un valor eléctrico para cada valor del parámetro, por lo que podrán realizar una regulación constante y precisa sobre el ventilador.
En la mayoría de casos, exceptuando en los ventiladores o en los recuperadores de calor que ya vienen preparados para ello con la electrónica integrada en su sistema, se requerirá de un segundo accesorio capaz de interpretar la señal transmitida por nuestro sensor y regular el ventilador teniendo en cuenta el valor leído del mismo. Este accesorio suele ser un variador o convertidor de frecuencia, aunque existen más posibilidades en el mercado.
Gracias a todo este sistema, se consigue una ventilación adecuada y justa para cada aplicación y en cada instante, y que pudiendo ajustar los parámetros por un usuario final, asegura una situación de confort inconcebible sin estos elementos. Además existe un ahorro económico por el simple hecho de consumir una menor potencia al regular la velocidad de giro del ventilador. El ahorro económico conseguido permite un retorno de la inversión relativamente rápido, teniendo en cuenta además que se estará contribuyendo en un beneficio hacia el medioambiente debido al bajo consumo eléctrico, respecto a aplicaciones sin ventilación inteligente.