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Casa sana: los siete principios fundamentales de un hogar saludable

Publicado por S&P          julio 1, 2019          Lectura: 4 min.

Se considera que una casa es sana cuando nos proporciona un entorno saludable que ofrece confort y favorece el descanso y la relajación tanto física como psicológica. Pero ¿qué hace de nuestra vivienda una casa sana?

Lectura: 4 min.

Actualizado el 07 de noviembre de 2023.

En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un documento titulado  Who Housing and Health Guidelines (Guías de Vivienda y Salud) que recoge una interesante propuesta de recomendaciones que parten de la revisión de la evidencia científica relacionada con la calidad de la vivienda y su entorno, y el impacto que produce en la salud de las personas.

La OMS señala a la vivienda saludable como un elemento fundamental en prevención de enfermedades, especialmente, en un contexto como el actual, en el que se están produciendo importantes cambios demográficos con una población más envejecida que hace que las personas pasen más tiempo en sus viviendas; una población más concentrada en las ciudades y grandes urbes y sometida a los efectos de un cambio climático. Y, teniendo en cuenta que, de acuerdo con las previsiones, la población urbana mundial se duplicará en 2050 serán necesarias nuevas soluciones para la vivienda.

Condiciones actuales de las viviendas

Si consideramos una casa sana como una vivienda saludable diseñada, construida, mantenida y rehabilitada de una manera que propicie la buena salud de los ocupantes vemos que, la realidad no responde a estos criterios.

La mayor parte de las viviendas están diseñadas y construidas en unas condiciones que pueden generar riesgos para la salud, en ocasiones incluso con defectos estructurales que favorecen las caídas o lesiones, dificultades de acceso que generan el aislamiento de personas con limitaciones físicas, con deficientes aislamientos que provocan entornos de temperaturas extremas que contribuyen a enfermedades respiratorias o  cardiovasculares, deficiente circulación de aire que favorece la contaminación ambiental, insalubridad que fomenta la aparición de enfermedades transmisibles y mal saneamiento de desechos o acceso a agua potable, etc.

Además, el entorno físico y social en el que se sitúa la vivienda es uno de los aspectos donde se observan y originan otras desigualdades que también afectan a la salud.

En definitiva, mejorar las condiciones de una vivienda para convertirla en una casa sana puede salvar vidas, prevenir enfermedades, aumentar la calidad de vida, reducir la pobreza e incluso ayudar a mitigar el cambio climático.

GUÍA: Los efectos de la contaminación atmosférica en la salud [Descarga gratis]

Siete principios para tener una vivienda saludable

Como hemos mencionado, las malas condiciones de habitabilidad pueden exponer a las personas a una serie de riesgos para la salud. Para corregir esta situación, se pueden seguir una serie de recomendaciones basadas en siete principios o directrices centradas principalmente en la reducción de los factores de riesgo.

Estos siete principios para conseguir una vivienda saludable son:

Mantener la temperatura y humedad relativa adecuadas:

Las temperaturas interiores de las viviendas deben ser lo suficientemente altas para proteger a los habitantes de los efectos nocivos del frío. En los países de climas templados o más fríos, se considera que una temperatura interior de 18 ºC no conlleva riesgos y permite proteger la salud de la población general durante las estaciones frías. A su vez, elevados niveles de humedad relativa en el interior del hogar se relacionan con diversos problemas de salud. La humedad crea un ambiente favorable para los ácaros, roedores, mohos y cucarachas, todos los cuales están asociados con el asma.

Mantener el hogar limpio:

Un hogar limpio contribuye a garantizar que las personas no estén expuestas a contaminantes y productos químicos.

Mantener las condiciones de seguridad apropiadas:

Las viviendas deben contar con dispositivos de seguridad (alarmas de humo y sondas de CO2, puertas en escaleras y protectores de ventanas, etc.) y se deben tomar medidas para reducir el riesgo de sufrir traumatismos involuntarios.

Mantener las condiciones de accesibilidad:

Teniendo en cuenta la proporción actual y prevista de deficiencias funcionales, y teniendo en cuenta las tendencias del envejecimiento, las viviendas deben incluir medidas de accesibilidad para personas con movilidad reducida.

Mantener la vivienda ventilada:

La propia normativa y en concreto el Código Técnico de la Edificación establece que se debe asegurar una ventilación adecuada en todas las estancias de la vivienda, de manera que se aporte un caudal suficiente de aire exterior y se garantice la extracción y expulsión del aire viciado por los contaminantes que se produzcan de forma habitual durante su uso normal. Una adecuada ventilación contribuirá además a reducir la humedad y reducir los contaminantes del aire como compuestos orgánicos volátiles (COV), monóxido de carbono, pesticidas, etc. mejorando la calidad del aire en el interior del hogar.

Controlar la contaminación acústica y lumínica:

El ruido del exterior perturba a menudo el descanso, especialmente en las ciudades, donde además se añade la contaminación por gases nocivos de la combustión de los motores. En cuanto a la iluminación en el hogar, la incidencia solar es uno de los factores más valorados en una vivienda. La entrada de luz natural es una fuente de salud para las personas. Hay que tener en cuenta que pasamos muchas horas ante pantallas de televisión, móviles, ordenadores, etc. lo que ocasiona problemas de sequedad ocular y fatiga visual.

Realizar un mantenimiento periódico:

Realizar labores de mantenimiento de nuestra vivienda tanto de sus materiales y estructuras como de sus instalaciones será fundamental para evitar que se devalúe. Una vivienda a la que se le hace buen mantenimiento será más cómoda, segura, sana y sostenible, es decir, una vivienda saludable.

Todas estas acciones deben conducir a lograr una vivienda que, tal y como se define por la propia OMS, sea “un refugio que sustente un estado de bienestar físico, mental y social. La vivienda saludable proporciona un sentimiento de hogar, incluyendo el sentimiento de pertenencia, seguridad y privacidad.”

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