¿Sabías que la humedad puede llegar a ser un problema grave tanto para las personas como para las construcciones y los equipos? El exceso de agua en lugares no adecuados puede provocar la aparición de hongos, bacterias o virus, que deterioran la calidad el aire.
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El uso de un deshumidificador, o la utilización de un adecuado sistema de ventilación, puede ser necesario para solucionar la aparición de las molestas humedades o problemas de disconfort en edificios y áreas de trabajo que pueden derivar en sintomatologías graves para los ocupantes de ciertos espacios.
Pero, ¿qué es la humedad?
Parece coherente que antes de luchar contra un enemigo sea necesario conocerlo para poder definir las estrategias y las tácticas concretas.
Se puede definir de forma sencilla la humedad como la cantidad de agua, en forma gaseosa, que está presente en el aire, en equilibrio con el resto de componentes que lo conforman. El aire es capaz de retener cierta cantidad de vapor de agua. Esta capacidad depende de la temperatura del mismo. El aire caliente puede contener mayor cantidad de vapor de agua que el aire más frío.
Cuando el aire ya no puede absorber más cantidad de agua decimos que está saturado. Como ya podemos deducir, cada temperatura tendrá un nivel de saturación diferente.
A partir de esta situación suceden varios fenómenos interesantes. Si se reduce la temperatura, la capacidad de saturación del aire disminuye y van a surgir fenómenos de condensación, transformación de vapor de agua en agua líquida, y la aparición de gotas de agua en ciertas superficies de los locales y estancias.
Por otra parte, en niveles de saturación, el aire no es capaz de absorber nuevas cantidades de vapor de agua que puedan aparecer.
La medida de la cantidad de agua contenida en el aire se realiza mediante el parámetro de Humedad Relativa que es el tanto por ciento de vapor de agua presente en el aire respecto del máximo que debería contener para estar saturado a esa temperatura.
¿Cómo se produce la humedad?
La presencia de cierta cantidad de agua en forma gaseosa en el aire es un fenómeno natural y, además, beneficioso que permite disfrutar de una sensación de bienestar y que evita problemas de sequedad de las mucosas y el funcionamiento de ciertos procesos biológicos.
La propia atmósfera de la Tierra es un constante desequilibrio/equilibrio de aire, humedad y temperaturas.
Dentro de las distintas construcciones, tanto residenciales, como comerciales o industriales tienen lugar fenómenos que también generan humedad, y que pasa de forma automática al ambiente.
Las personas, con su metabolismo basal, generan entre tres y cinco litros de vapor de agua cada día. Esta producción se incrementa cuando se realizan ciertas actividades que aceleran la producción de sudor.
Las plantas presentes en los espacios que habitamos, los animales y los procesos que tienen lugar en las zonas residenciales y de trabajo también son generadores de agua en grandes cantidades que son absorbidas por el aire.
Un grado adecuado de humedad es beneficioso, por tanto, para las personas. Es uno de los factores, junto con la temperatura y la velocidad del aire, que proporcionan sensaciones de bienestar y confort y que se planifican a la hora de dimensionar espacios.
Pero cuando el aire llega a niveles de saturación de humedad, es decir, cuando la humedad relativa alcanza valores cercanos al 100%, ya no tiene capacidad para absorber los incrementos de vapor de agua aportados y se producen condensaciones, sensaciones de disconfort y la proliferación de microorganismos.
Se puede corregir
La lucha contra los excesos de humedad se puede acometer desde tres frentes fundamentalmente. Ventilación natural, deshumidificadores y ventilación mecánica.
Por ventilación natural se entiende aquellos procesos de entrada de aire seco y limpio del exterior sin la utilización de máquinas o equipos. Se realiza a través de los orificios existentes en los paramentos exteriores de las construcciones y mediante las operaciones manuales de apertura de puertas y ventanas en ciertos momentos.
Los deshumidificadores son dispositivos mecánicos que permiten la captura del vapor de agua presente en el aire y lo condensan en su interior de donde deberá ser eliminado posteriormente. Se puede asociar su puesta en marcha con detectores de humedad y programadores automáticos de forma que dota de cierta automatización al conjunto. Puede ser una alternativa para pequeñas construcciones.
Pero el procedimiento estrella para lograr eliminar el exceso de humedad en el aire es el de ventilación mecánica. Consiste en la instalación de extractores mecánicos en las áreas más saturadas de las construcciones. En edificaciones residenciales serán las zonas de cocina, baños y aseos. En establecimientos industriales se ubicarán en las zonas en las que se produzca una mayor evaporación de agua dependiendo de los distintos procesos y actividades.
La depresión que se origina con la activación de los equipos de extracción provoca la entrada de aire limpio y seco del exterior, a través de los huecos y rendijas que deben ser instalados en las zonas adecuadas, de forma que se provoque una circulación de aire por la totalidad del volumen a ventilar y arrastre los excesos de humedad y temperatura hacia el exterior.
Los caudales de aire necesario deben ser calculados escrupulosamente en función de las superficies, de los niveles de ocupación de personas, dependiendo de las distintas actividades que se realicen y de las normativa de referencia.
La solución ideal en cada caso será la que guarde un equilibrio entre la complejidad y magnitud de la instalación, la eficacia de la misma y el coste necesario para su instalación y mantenimiento periódico.
El consejo de técnicos y expertos en climatización y ventilación será el mejor camino para resolver los problemas de humedades y condensaciones.