No cabe duda de que, la eficiencia energética en los edificios será uno de los principales retos a los que nos vamos a enfrentar en los próximos años. Y es que, teniendo en cuenta que el 20% de la energía que se consume en España se gasta en nuestros hogares, parece imposible confiar en el cumplimiento del compromiso legal adquirido por los países europeos para mejorar la eficiencia energética de los edificios y conseguir de forma paulatina que nuestros edificios tiendan al consumo de energía casi nulo.
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Según se establece en la normativa europea, a partir del 1 de enero de 2019 todos los edificios públicos deberán ser EECN, es decir, edificios de consumo de energía casi nulo, y dos años después, es decir, el 1 de enero de 2021, deberán serlo todos los edificios de nueva construcción.
Modernizar los edificios existentes
Hasta este punto, todo claro. Pero… ¿Cuál es el principal reto al que nos enfrentamos? Si bien es cierto que, a un año de cumplirse el primero de los plazos, son muchos los países europeos que aún están muy lejos de cumplir con los objetivos establecidos en cuanto a eficiencia energética de sus edificios públicos, el verdadero reto se centra en modernizar los edificios existentes.
La rehabilitación energética necesaria para la transformación de nuestro parque inmobiliario en edificios de consumo de energía casi nulo supondrá un gran esfuerzo de formación y transformación no solo de los procedimientos sino también de profesionales y otros agentes implicados en el proceso; desde arquitectos, promotoras, fabricantes, instaladores y operarios, usuarios e incluso la propia administración.
¿ Y sabemos cómo se calcula la eficiencia energética de un edificio?
A la hora de calcular la eficiencia energética de un edificio se debe tener en cuenta un indicador energético principal y varios complementarios.
El indicador energético principal que tendremos en cuenta para dicho cálculo vendrá dado por dos parámetros principalmente:
- Emisiones anuales de CO2, expresadas en kg por m2 de superficie útil del edificio.
- Energía primaria anual, en kWh por m2 de superficie útil del edificio.
Estos dos indicadores se obtienen de la energía consumida por el edificio para satisfacer las necesidades asociadas a unas condiciones normales, tanto climáticas como de funcionamiento y ocupación. Y para ello se tendrán en cuenta todos los servicios utilizados para mantener el confort térmico y lumínico: calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria, ventilación, iluminación, etc.).
Como indicadores energéticos complementarios (también en base anual y referidos a la unidad de superficie útil del edificio) se tendrá en cuenta:
- Desglose de las emisiones de CO2 para los servicios principales del edificio.
- Desglose del consumo de energía primaria para los servicios principales del edificio.
- Energía demandada por el edificio para cada uno de sus servicios principales.
Los indicadores complementarios permiten explicar las razones de un buen o mal comportamiento del edificio y proporcionan, por tanto, información útil sobre los aspectos a tener en cuenta a la hora de proponer medidas que mejoren dicho comportamiento.
A partir de todos estos datos, se obtienen unos valores finales de consumo de energía, medidos en kilovatios hora por metro cuadrado (KWh/m2 año), y emisiones de CO2, en kilogramos de CO2 por metro cuadrado (KgCO2/m2 año), que se corresponden con una letra de la escala de eficiencia energética aplicables a cada edificio o vivienda.
Clasificación energética de los edificios
En función de los resultados que obtengamos al calcular la eficiencia energética de nuestro edificio o vivienda, se realizará el certificado energético que será el que determine la calificación energética de dicho edificio o vivienda, expresada mediante una letra que variará desde la letra (A) para las viviendas más eficientes hasta la letra (G) para las menos eficientes.
En edificios nuevos la escala comprende, en orden de mayor a menor eficiencia, las calificaciones o clases A, B, C, D y E, extendiéndose hasta las calificaciones F y G para edificios existentes.
Según esta clasificación, un edificio o vivienda que cuente con la categoría más alta de eficiencia energética (clase A) se considerará que consume hasta un 90% menos de energía que un edificio o vivienda catalogado con el nivel más bajo (clase G).
La actual normativa no especifica una calificación energética mínima para los edificios, pero desde el año 2007, el cumplimiento de una serie de requisitos mínimos recogidos en el Código Técnico de la Edificación sobre aspectos relacionados con el ahorro de energía y el aislamiento térmico, han derivado en que los edificios de nueva construcción obtengan por regla general calificaciones energéticas entre la A y la C.
Medidas para mejorar la eficiencia energética
Si queremos conseguir que nuestro edificio o vivienda sea lo más eficiente posible, existen una serie de medidas que además de proporcionarnos un mayor ahorro de energía y una mejor calidad de aire nos permitirán mejorar nuestra calificación energética:
- Renovación de las instalaciones térmicas; sustituir los sistemas de calefacción y aire acondicionado por otros más eficientes como los sistemas que integran calderas de condensación, bomba de calor, etc.
- Mejorar el aislamiento de la vivienda; un adecuado aislamiento térmico de fachadas, cubiertas, techos… producirá una menor demanda de calefacción y aire acondicionado al evitar las pérdidas de frío y calor de la vivienda. También será importante utilizar carpinterías y vidrios adecuados para cada climatología.
- Utilizar sistemas de ventilación adecuados; es fundamental en una vivienda utilizar sistemas de ventilación adecuados que garanticen la calidad del aire interior. El uso de sistemas de ventilación inteligentes mejorará la eficiencia energética de nuestra vivienda.
- Utilizar energías renovables; el uso de energía solar térmica para la producción de agua caliente sanitaria o la utilización de sistemas de energía solar fotovoltaica para la generación de electricidad o sistemas como la geotermia o la aerotermia nos permitirán mejorar la eficiencia de los sistemas de climatización y al mismo tiempo reducir las emisiones de CO2.
- Introducir sistemas de medición y control; la utilización de aparatos de medición y control de los sistemas de climatización y ventilación tales como, termostatos digitales, sondas de calidad de aire, válvulas o repartidores de costes facilitarán un óptimo funcionamiento de las instalaciones que repercutirá, por tanto, en una mayor eficiencia adaptándose en todo momento al usuario.
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