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Aire viciado; fuentes y contaminantes del aire interior

Publicado por S&P          febrero 7, 2018          Lectura: 4 min.

A medida que las sociedades evolucionan, los hábitos y costumbres de las personas también van cambiando. En la actualidad, el ser humano pasa cada vez más tiempo en espacios cerrados, respirando en muchas ocasiones un aire viciado por diversas fuentes,  y contaminantes que deterioran su calidad y constituyen un importante factor de riesgo para la salud. Adicionalmente, la evolución en los materiales y sistemas constructivos, como el caso de los aislamientos, ha provocado que nuestros edificios sean más herméticos y nuestras casas respiren menos.

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Estos contaminantes del aire, de origen muy diverso, pueden llegar a producir enfermedades respiratorias y otra serie de patologías. De hecho, la propia Organización Mundial de la Salud advierte de los problemas de salud, productividad y confort de las personas expuestas a los ambientes interiores contaminados por una mala calidad del aire interior.

Actualmente, la contaminación del aire interior o aire viciado que respiramos es un fenómeno catalogado como el décimo factor de riesgo evitable en importancia para la salud de la población en general.

Además, hay que tener en cuenta que, en función del desarrollo socioeconómico de los países, el tipo de contaminantes del aire será de distinto origen. Así, en los países más desarrollados, la calidad del aire interior puede verse afectada por el diseño arquitectónico de los edificios, las fuentes externas de contaminación, los propios materiales de construcción e incluso los sistemas de climatización o aire acondicionado.

Por el contrario, en países menos avanzados, el uso de combustibles sólidos o tecnologías ineficientes para cocinar o calentar la casa producen elevados niveles de contaminación del aire de interiores derivados de elementos nocivos para la salud, tales como pequeñas partículas de hollín que penetran profundamente en los pulmones.

Fuentes y contaminantes del aire interior

Nuestra actual forma de vida se desarrolla cada vez más en espacios interiores, bien por motivos laborales bien por hábitos sociales. Así, pasamos  la mayor parte de nuestro tiempo en el interior de edificios (oficinas, escuelas, hospitales, guarderías, centros comerciales, casas privadas, etc.); y en este sentido, los contaminantes presentes en estos ambientes cerrados ya sean químicos, físicos o biológicos, varían en función de las actividades que se desarrollan en estos espacios.

En la actualidad contaminantes ambientales como el humo del tabaco, el  formaldehído, el radón, las fibras minerales, los  isocianatos  o las resinas epoxídicas, han sido identificados como algunos de los principales riesgos emergentes. Estos pueden aumentar el riesgo de enfermedades como alergias, asma, trastornos de la fertilidad o el cáncer. Es por esto que, el hecho de identificar las fuentes contaminantes y sus efectos, deberá ser una labor imprescindible para la puesta en marcha de planes preventivos y de control con el objetivo de promover ambientes saludables.

Los posibles contaminantes del aire interior son de origen muy distinto. Así, las principales fuentes serán:

  • Contaminantes procedentes del ambiente exterior cuyo origen está en la actividad industrial, el tráfico, etc. y que generan gases como el monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2) y que pueden llegar a generar diversas afecciones respiratorias.
  • Contaminantes generados en los propios edificios como los procedentes de los propios materiales empleados en la construcción, el equipamiento tecnológico e incluso mobiliario, moquetas, pinturas, etc. empleados para la decoración así como actividades relacionadas con la limpieza, mantenimiento y desinfección de las viviendas  y que son el origen de compuestos orgánicos volátiles (COVs) y que pueden causar un gran número de efectos indirectos en la salud, ya que son considerados precursores de ozono.
  • Contaminantes generados por los ocupantes.
  • Otros hábitos como el tabaco que, también pueden afectar de forma seria, a la calidad del aire interior.
  • Factores relacionados con la falta de confort como temperaturas extremas, humedad del ambiente o campos electromagnéticos que también pueden considerarse como elementos contaminantes y afectar, asimismo a la calidad del aire.

Precisamente, y con respecto al último apartado, debemos sabe que la composición química del aire puede estar formada por una multitud de sustancias en pequeñas concentraciones que, en ocasiones, si se combinan con ciertas condiciones de humedad y temperatura pueden empeorar la percepción de su calidad para las personas que lo respiran. Por contra, habitualmente los niveles de contaminación del aire medidos en estudios realizados en oficinas y hogares suelen presentar niveles bastante inferiores a los límites permitidos para entornos industriales.

Cómo controlar la calidad del aire interior

La calidad del aire interior depende en gran parte del correcto diseño, higiene, mantenimiento y funcionamiento de los sistemas de ventilación y climatización de los edificios.

Un adecuado sistema de ventilación en nuestra vivienda o centro de trabajo nos proporcionará el aire necesario para diluir los contaminantes del aire por debajo de los niveles considerados perjudiciales para la salud y además contribuirá a crear las condiciones térmicas idóneas en cuanto a temperatura y humedad con el fin de crear el máximo confort térmico para sus ocupantes.

Sin embargo, cuando la ventilación es inadecuada debido a un volumen de aire insuficiente, altos niveles de recirculación, colocación incorrecta de los puntos de ventilación, un diseño incorrecto de los sistemas o una falta de mantenimiento de los sistemas de filtración,… podemos encontrarnos con elevados niveles de contaminación del aire interior que pueden llegar a ocasionar trastornos respiratorios, oculares e incluso problemas en la piel.

Para evitar problemas de aire viciado, además de disponer de un buen sistema de ventilación mecánica que nos permita reducir el nivel de contaminantes del aire interior, será necesario, especialmente en zonas de elevada contaminación atmosférica, contar con sistemas de filtración adecuados a la calidad de aire exterior (ODA).

Finalmente, en la selección correcta del sistema de filtración será fundamental identificar el tipo de contaminante del aire que se distribuye a través del sistema de ventilación, ya que, en función del tipo de partículas que circulen por el sistema, se utilizarán filtros de carbón, filtros electrostáticos o sistemas de purificación por polarización activa.

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