La presencia de filtraciones de agua es uno de los principales problemas que afectan al confort y la salubridad en los edificios. Hay distintos factores que originan la aparición de humedades, pero hoy queremos poner el foco en la humedad por capilaridad.
Tabla de contenidos
Analizamos en qué consiste, cuáles son los espacios que se ven afectados por este contratiempo con mayor frecuencia y, sobre todo, cuáles son las soluciones más eficaces para solucionarlo y prevenirlo.
Qué es una humedad por capilaridad
La humedad por capilaridad en los edificios se manifiesta con la aparición de unas manchas oscuras, bordeadas por un cerco blanquecino, que se produce por la solidificación de las sales minerales que lleva el agua.
Como su nombre indica, este tipo de humedades responden a un fenómeno físico que se conoce con el nombre de «capilaridad». Se trata de la propiedad que tienen los líquidos para alcanzar altura cuando están dentro de conductos de muy pequeño diámetro (los poros).
De esta forma, la presencia de agua en determinadas zonas del suelo llega a ascender por las paredes, alcanzado unos niveles de altura considerables y que acaban teniendo repercusiones sobre la salud de las personas y el estado del edificio. Entre las afectaciones estructurales consecuencia de la humedad por capilaridad, podemos destacar:
- Los abombamientos de la pintura, papeles u otros revestimientos que tenga la pared.
- Desprendimiento de los enfoscados.
- Oxidación de vigas u otros elementos metálicos.
- Fragilidad en los cimientos que, según la gravedad del caso, puede llegar hasta un 50 %.
- Cortocircuitos y descargas, incluso incendios, si hay conexiones eléctricas en la pared.
Además, hay que añadir otras molestias que acarrea la humedad por capilaridad, como los malos olores o la proliferación de mohos, hongos y bacterias en el ambiente. Como consecuencia de ello, es fácil entender que sea necesario prevenir la presencia de la humedad por capilaridad en nuestros hogares o centros de trabajo o tomar medidas eficaces para solucionar el problema inmediatamente después de detectarlo.
Cómo valorar la peligrosidad de las humedades capilares
Evidentemente, una humedad por capilaridad puede alcanzar un mayor o menor nivel de gravedad. Normalmente, la altura que alcanzan las infiltraciones en las paredes (entre 2 y 5 metros) es un buen baremo para determinar su importancia. Esa altura está condicionada por los siguientes factores:
- La temperatura ambiental.
- El depósito de agua acumulado en el suelo.
- El porcentaje de sales naturales que transporta el agua.
- El nivel de solidificación de las sales en las paredes.
- El diámetro de los poros.
- El tipo de pintura o revestimiento que tenga la pared.
Como norma general, hay que tener en cuenta que la humedad por capilaridad aumenta en los meses de mayor intensidad de lluvias, porque se acumula más agua y el nivel de evaporación es menor.
Las zonas más afectadas por la humedad por capilaridad
La humedad por capilaridad presenta, a la hora de identificarla, una ventaja respecto a otras infiltraciones de agua: las manchas siempre aparecen en la zona baja de los muros y paredes de las plantas bajas, sótanos, trasteros o garajes. Es decir, en la parte de los tabiques que está en contacto directo con el terreno. También surgen en paredes o suelos que están en contacto con agua, porque coinciden con arquetas, instalaciones para el saneamiento, pozos o similares.
Es un problema que, por lo general, se concentra en las plantas bajas de residencias unifamiliares, en los pisos bajos o entresuelos de los edificios y, muy especialmente, en los garajes.
Capilaridad en los garajes
La presencia de humedad por capilaridad en los garajes merece un capítulo aparte, tanto por la frecuencia en la que se produce como por los daños que puede producir en la seguridad estructural de todo el edificio. Normalmente, se origina por dos motivos: una fuga de agua concreta o el contacto con terrenos húmedos.
Lo más importante es que, una vez detectada la humedad por capilaridad en un garaje, las medidas adoptadas no se limiten a sanear las paredes y repintarlas. Hay que buscar el origen de la misma y sellar esa zona.
Por supuesto, se deben adoptar medidas preventivas permanentes. En este sentido, se ha demostrado que actuar de manera similar a las intervenciones en zonas de humedades por condensación es la respuesta más eficaz. De lo que estamos hablando, independientemente de lo que marque la normativa de edificación, es de instalar un sistema de ventilación mecánico higrorregulado que garantice la renovación del aire y evite la concentración de humedad.
Soluciones eficaces para combatir las humedades por capilaridad
Afortunadamente, las nuevas formas de construir edificios ya contemplan medidas para prevenir y evitar las humedades por capilaridad. Básicamente, la idea consiste en poner obstáculos que impidan la infiltración del agua en los muros. Existen, sobre todo, dos fórmulas para conseguirlo:
- Las barreras físicas. Es el sistema más usado en los tabiques de ladrillo. Se realiza un corte transversal en el muro y se inserta una lámina impermeable que impedirá que el agua supere ese nivel.
- Las barreras químicas. Consiste en impregnar las paredes con productos que bloqueen el fenómeno de la capilaridad, impidiendo que el agua pueda ascender. Suele tratarse de compuestos siliconados disueltos en agua que se infiltran a presión en la zona del muro más cercana al suelo. Es un método muy efectivo siempre que se asegure una impermeabilización completa de todo el muro, mediante numerosos taladros a cada poca distancia.
El papel de los higroconvectores
Las dos soluciones anteriores no siempre se pueden implantar en los edificios ya construidos, por el altísimo coste que tendrían esas obras de reforma o el riesgo de producir otros daños colaterales en la estructura. En estos casos, será necesario contemplar otras salidas, especialmente relacionadas con los sistemas de ventilación.
Más que la instalación de un sistema cualquiera de ventilación mecánica, para combatir la humedad por capilaridad, se precisa de uno específicamente diseñado que evite la concentración de agua en las paredes. Son los llamados higroconvectores que, básicamente, consisten en la introducción en el muro de unos tubos (de plástico o cerámicos) que posibilitan un flujo de aire que expulsa la humedad interna del tabique hacia el exterior, garantizando que se mantenga seco en todo momento.
Una vez más, un correcto sistema de ventilación mecánica se muestra como la herramienta más asequible y eficaz para combatir un problema tan dañino como el de la humedad por capilaridad. Una acertada inversión que revierte en nuestro bienestar personal y en la «salud» de nuestra vivienda.