Como sociedad cada vez estamos más concienciados acerca del problema que supone la calidad del aire y ya estamos habituados a adoptar medidas para controlar la polución en las ciudades y conseguir tener aire limpio en zonas urbanas.
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Pasamos una cantidad muchísimo mayor de nuestro tiempo en espacios interiores, sin ser plenamente conscientes aún de la importancia de la calidad del aire de estos espacios. Existen algunas recomendaciones y análisis al respecto producidos por el Comité Científico de los Riesgos Sanitarios y Medioambientales de la Comisión Europea (CCRSM), pero lo cierto es que los mecanismos de regulación tan extendidos para conseguir tener aire limpio en el exterior no existen como tal para los ambientes interiores.
Sin embargo, ciertas estrategias de la arquitectura bioclimática y algunas exigencias en la construcción de los Edificios de Consumo Casi Nulo (ECCN) hacen que de manera indirecta obtengamos interiores más saludables al aplicar sus métodos. Esto es sin duda una buena perspectiva considerando que a partir de 2020 ya se empezarán a aplicar las medidas de los ECCN en los estándares de la construcción en nuestro país.
Hemos explorado ampliamente en este blog la necesidad de compromiso con este nuevo contexto, pero ¿somos verdaderamente conscientes de cómo nos afecta la calidad del aire interior?, ¿conocemos las estrategias más básicas para tratar de mantener una buena calidad del aire dentro de los edificios en los que habitamos y trabajamos?.
¿De dónde proviene la contaminación del aire interior?
Aunque resulta evidente que existe cierta transferencia del aire exterior al interior, hay que comprender que la mayoría de las partículas contaminantes que encontramos dentro de los edificios se generan o se liberan directamente en los interiores.
Que sirvan como pequeño recordatorio los siguientes ejemplos que ilustran esta situación: los químicos procedentes de los productos de limpieza, las emisiones de ciertos materiales de construcción o los microorganismos que producen asma o alergias que surgen por el exceso de humedad o suciedad.
Sin embargo, la situación más dramática en cuanto a contaminación del aire interior la sufren los 3.000 millones de habitantes de países subdesarrollados según la OMS. El problema principal al que se enfrenta esta población tiene que ver con el acceso deficiente a combustibles.
Para cocinar o calentar sus hogares han de utilizar carbón u otros combustibles sólidos. Esto deriva en una tasa de muertes prematuras directamente en relación con la mala calidad de los interiores que habitan, que alcanza los cuatro millones de personas.
Esta situación resulta extrema en nuestro contexto, pero evidencia el grave impacto que puede tener en nuestra salud una exposición prolongada a un ambiente interior con una mala calidad del aire. Es fundamental para S&P transmitir la importancia que tiene conseguir aire limpio en los interiores que habitamos.
Estrategias para la mejora del aire en los espacios domésticos
Proponemos considerar algunos conceptos y acciones dirigidos a mejorar la calidad del aire en los ambientes interiores:
Ventilación
La instalación de sistemas de Ventilación Mecánica Controlada (VMC) es la mejor opción para garantizar la calidad del aire interior en edificios. Esta solución garantiza la renovación de aire necesaria en cada momento así como el máximo confort y ahorro energético.
Dentro de la arquitectura bioclimática se apuesta por soluciones en la construcción como la ventilación cruzada, que se basa en generar corrientes de aire naturales dentro de la vivienda. Ésta consiste en abrir una ventana en la fachada de la casa donde sople más el viento y otra en el lado opuesto. Se recomienda hacerse en intervalos de pocos minutos y un par de ocasiones al día, especialmente tras levantarse y antes de acostarse.
Filtración y depuración del aire
El suministro aire limpio cuando las condiciones del aire exterior sean malas se puede mejorar con equipos de filtración y purificación del aire.
Limpieza
Los textiles son grandes acumuladores de polvo y ácaros, particularmente si se convive con animales de compañía. Una correcta limpieza de estos elementos disminuirá el impacto a personas sensibles, alérgicas o asmáticas.
Humedad
Es fundamental controlar los focos de humedad en la vivienda, generalmente la cocina y los cuartos destinados al aseo. La existencia de humedad facilita la aparición de moho y microorganismos nocivos. Sin embargo, tampoco es conveniente habitar en entornos demasiado secos ya que esto afecta negativamente a la piel y las mucosas. Sistemas humidificadores o deshumidificadores nos ayudarán a mantener un nivel óptimo.
Químicos
Los más frecuentes son Benceno, amoniaco, xileno, tricloroetileno y formaldehído. En parte proceden de los productos utilizados para la limpieza del hogar, aunque también sabemos que algunos materiales de construcción emiten partículas contaminantes. El tabaco también es un gran factor que contribuye a la polución en los interiores en los que se consume.
Plantas
En 1989 la NASA publicó un estudio indicando qué especies de plantas resultan más eficaces para la purificación del aire en los interiores. Una selección de cinco nos ofrece variedad en la absorción de diferentes componentes nocivos del aire: ficus de hoja grande, sansevieria, poto, espafilito y palmera de bambú.
Estas recomendaciones pueden contribuir a mejorar la calidad ambiental de los espacios que habitamos. Las estrategias más sofisticadas y modificaciones en la vivienda o en el entorno de trabajo que pueden resultar más costosas, pero también son de mayor eficacia a largo plazo. Ahondaremos en estas cuestiones en futuros artículos.