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¿Qué contiene el aire que respiramos? Te contamos cuáles son los contaminantes más comunes

Publicado por S&P          noviembre 15, 2024          Lectura: 6 min.

El aire que respiramos es una combinación invisible de gases, que incluye principalmente nitrógeno y oxígeno, y es esencial para nuestra supervivencia. Aunque el aire parece limpio y sin sabor, en realidad contiene una variedad de otros elementos que pueden afectar nuestra salud. 

Lectura: 6 min.

La calidad del aire que inhalamos tiene un impacto directo en nuestra salud y, en última instancia, en nuestra calidad de vida. Por eso es crucial entender no sólo la composición del aire que respiramos, sino también los contaminantes que lo pueden afectar.

¿Qué contiene el aire que respiramos?

El aire se compone principalmente de nitrógeno (78%) y oxígeno (21%), que son fundamentales para los seres vivos. Además, contiene pequeñas cantidades de gases nobles como argón, neón, criptón y helio, así como dióxido de carbono y vapor de agua.

Sin embargo, más allá de estos componentes naturales, el aire también puede contener contaminantes que provienen tanto de fuentes naturales como de actividades humanas. Estos contaminantes son peligrosos para la salud y el medio ambiente, y su presencia en el aire es una preocupación creciente.

Contaminantes comunes en el aire

  • Ozono (O3): Aunque el ozono en la estratosfera es beneficioso porque nos protege de la radiación ultravioleta, a nivel del suelo es un contaminante que puede causar problemas respiratorios y dañar los tejidos pulmonares. Este ozono se forma cuando otros contaminantes, como los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles (COVs), reaccionan en presencia de luz solar.
  • Monóxido de carbono (CO): Un gas incoloro e inodoro, es extremadamente tóxico. Se produce principalmente por la combustión incompleta de combustibles fósiles, en fuentes como automóviles, estufas de gas y calentadores. La inhalación de CO puede llevar a la intoxicación, causando síntomas como dolores de cabeza, mareos e incluso la muerte en casos extremos.
  • Plomo (Pb): Presente en el aire como partículas finas, el plomo puede provenir de la quema de combustibles fósiles, la producción de baterías y otros procesos industriales. La exposición al plomo es especialmente peligrosa para los niños, ya que puede afectar el desarrollo neurológico y causar problemas de aprendizaje.
  • Partículas en suspensión (PM10 y PM2.5): Estas son partículas microscópicas que pueden ser inhaladas profundamente en los pulmones. Provienen de la quema de combustibles fósiles, el tráfico vehicular, la construcción y las actividades industriales. Las partículas en suspensión son responsables de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y pueden empeorar condiciones como el asma.
  • Arsénico (As): Es un contaminante tóxico que puede liberarse en el aire a partir de procesos industriales como la fundición de metales y la quema de carbón. La exposición prolongada al arsénico puede causar cáncer de pulmón y otros problemas de salud graves.
  • Asbestos (amianto): Un grupo de minerales fibrosos utilizados por su resistencia al calor y la corrosión. Aunque su uso está prohibido o restringido en muchos países, el amianto sigue presente en edificios antiguos. La inhalación de sus fibras puede causar asbestosis, mesotelioma y cáncer de pulmón.
  • Benceno (C6H6): Es un compuesto orgánico volátil (COV) que se utiliza en la fabricación de plásticos, resinas y otros productos. También se encuentra en el humo del tabaco y los gases de escape de los automóviles. La exposición al benceno está asociada con leucemia y otros tipos de cáncer.
  • Metano (CH4): Un potente gas de efecto invernadero, el metano se libera en el aire a partir de actividades agrícolas, la descomposición de residuos en vertederos y la extracción de combustibles fósiles. Aunque no es directamente tóxico para los humanos, su contribución al calentamiento global tiene impactos indirectos en la salud.
  • Dióxido de azufre (SO2): Se produce principalmente durante la combustión de carbón y petróleo en centrales eléctricas y otros procesos industriales. El SO2 es un irritante respiratorio y puede contribuir a la formación de lluvia ácida, que daña ecosistemas y estructuras.

Estos contaminantes, aunque algunos de ellos son de origen natural, provienen en su mayoría de actividades humanas, lo que ha resultado en un deterioro significativo de la calidad del aire que respiramos.

El Índice de Calidad del Aire (ICA) permite evaluar el impacto de estos contaminantes en la salud y tomar medidas preventivas.

Calidad del aire interior

Cuando pensamos en la calidad del aire, tendemos a imaginar el aire exterior, pero la calidad del aire interior es igualmente importante, si no más. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en interiores, ya sea en casa, en casa teletrabajando, en una oficina o en otros edificios como locales comerciales. Por lo tanto, el aire que respiramos dentro de estos espacios tiene un impacto directo en nuestra salud.

Para garantizar un ambiente saludable, es recomendable medir la calidad del aire en casa mediante sensores específicos que detecten contaminantes como CO₂ y partículas en suspensión.

Contaminantes comunes en interiores

Los contaminantes del aire interior provienen de diversas fuentes:

  • Productos de limpieza: Los desinfectantes, detergentes y aerosoles pueden liberar compuestos orgánicos volátiles (COVs) que irritan los ojos, la nariz y la garganta, y pueden causar dolores de cabeza y otros síntomas.
  • Materiales de construcción: Muchos materiales utilizados en la construcción y el mobiliario, como el formaldehído en los tableros de partículas, pueden emitir gases tóxicos durante años.
  • Humo de tabaco: Fumar en interiores libera miles de sustancias químicas tóxicas, incluyendo benceno, formaldehído y alquitrán, que son perjudiciales tanto para los fumadores como para quienes están expuestos al humo de segunda mano.
  • Gases de combustión: El uso de estufas de gas, calentadores y otros equipos de combustión puede liberar monóxido de carbono, dióxido de nitrógeno y otros contaminantes peligrosos.
  • Moho y hongos: En ambientes con alta humedad, pueden proliferar mohos que liberan esporas en el aire, las cuales pueden desencadenar reacciones alérgicas y asma.

Una ventilación inadecuada y un alto grado de humedad pueden agravar los problemas causados por estos contaminantes, incrementando el riesgo de enfermedades como:

  • Irritación de ojos y vías respiratorias: Producida por la exposición a COVs y otros químicos presentes en productos de limpieza y materiales de construcción.
  • Problemas pulmonares: Como el asma y la bronquitis, exacerbados por la exposición a partículas en suspensión, humo de tabaco y otros contaminantes.
  • Trastornos neurológicos: Incluyendo dolores de cabeza, somnolencia y dificultad para concentrarse, que pueden ser causados por la exposición a monóxido de carbono y otros gases tóxicos.

El impacto de estos contaminantes en la salud depende del grado de exposición y de la susceptibilidad individual, pero en cualquier caso, su efecto acumulativo es perjudicial.

Cómo mejorar la calidad del aire en casa

Para proteger nuestra salud, es fundamental mejorar la calidad del aire interior mediante una ventilación adecuada. Existen varios métodos para ventilar una vivienda, siendo los más efectivos los sistemas de ventilación mecánica.

Ventilación mecánica de simple flujo

Este sistema consiste en la extracción del aire viciado de las estancias mediante un ventilador, permitiendo la entrada de aire fresco a través de aberturas o rejillas en las paredes o ventanas. Aunque es una solución más sencilla y económica, puede no garantizar una distribución uniforme del aire fresco en toda la vivienda. Además, si no se controla adecuadamente, puede aumentar el consumo energético debido a las pérdidas de calor durante el invierno.

Ventilación mecánica de doble flujo

Por otro lado, el sistema de ventilación mecánica de doble flujo es el más eficiente y avanzado. Este sistema incluye dos redes de conductos separadas: una para la extracción del aire viciado y otra para la aportación de aire fresco. Cada red cuenta con su propio ventilador, lo que permite un control preciso de la cantidad de aire que entra y sale de cada estancia.

Uno de los principales beneficios de la ventilación de doble flujo es la filtración del aire. El aire fresco que ingresa a la vivienda pasa a través de filtros que eliminan partículas, polen y otros contaminantes, mejorando significativamente la calidad del aire interior. Además, algunos sistemas están equipados con intercambiadores de calor que permiten recuperar hasta el 90% del calor del aire extraído, lo que reduce el consumo de energía y mejora la eficiencia térmica del hogar.

Otra ventaja de este sistema es su capacidad para mantener niveles óptimos de humedad y CO2. Los sensores de humedad y de CO2 ajustan automáticamente la ventilación según las condiciones interiores, proporcionando un ambiente saludable y confortable en todo momento.

La calidad del aire que respiramos, tanto en exteriores como en interiores, es fundamental para nuestra salud. Si bien no podemos controlar todos los contaminantes del aire exterior, sí podemos tomar medidas efectivas para mejorar la calidad del aire en nuestros hogares. Implementar un sistema de ventilación adecuado, como la ventilación mecánica de doble flujo, nos permitirá disfrutar de un aire más limpio y saludable, reduciendo los riesgos para nuestra salud y aumentando nuestro confort diario.

Conceptos básicos de la ventilación