Uno de cada seis europeos, o lo que es lo mismo, el equivalente a toda la población alemana vive hoy en día en edificios insalubres. Este no es más que uno de los reveladores datos extraídos del Barómetro de Viviendas Saludables, editado por una importante empresa del sector de la construcción, y que fue presentado el pasado año en el marco del Parlamento Europeo.
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Desafortunadamente, está demostrado que vivir en edificios insalubres tiene importantes consecuencias en la salud de sus habitantes. Vivir con humedades y moho incrementa el riesgo de contraer enfermedades en un 66% y las posibilidades de sufrir asma en un 40%. De hecho, se estima que alrededor de 2,2 millones de europeos sufren esta enfermedad respiratoria como consecuencia directa de las condiciones de su vivienda.
El impacto económico de estas enfermedades es también significativo; el coste para la sociedad europea de los problemas de asma y EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) se valora en 82 mil millones de euros por año. La mitad de este coste está relacionado con los medicamentos y cuidados, pero la otra mitad, casi 40 mil millones de euros, se asocia directamente a los costes indirectos relacionados con la pérdida de productividad laboral.
Cómo mejorar las condiciones de confort y bienestar de la vivienda
Si algo queda demostrado con este estudio es que el impacto de los edificios sobre la salud humana, la inclusión social, la calidad del aire y el clima es enorme. Y, de hecho, responsables europeos de políticas energéticas nos advierten de que cuando más de un tercio de las emisiones de CO2 en Europa (alrededor de un 39%) las realizan los edificios, cuando uno de cada diez europeos sufre pobreza energética y cuando uno de cada seis vive en edificios insalubres… es evidente que el cambio debe comenzar en el hogar.
Medidas para mejorar la salud de las viviendas
Así, para mejorar las condiciones de confort térmico y calidad del aire en nuestras viviendas podremos poner en marcha las siguientes medidas:
- Mejorar el aislamiento para evitar pérdidas de calor y de frío de nuestras viviendas.
- Utilizar sistemas de climatización para la calefacción y agua caliente sanitaria eficientes y renovables.
- Usar sistemas de ventilación mecánica controlada que nos ayuden a renovar el aire interior y mantener una calidad del aire interior saludable.
- Emplear sistemas y aparatos de control de la temperatura y humedad relativa ya que son factores que pueden agravar los efectos de una mala calidad del aire interior.
- Utilizar sistemas de filtración y purificación para eliminar partículas y posibles contaminantes del aire interior.
- Controlar los niveles de contaminación del aire interior que respiramos mediante sondas de calidad del aire cuya tecnología permite poner en funcionamiento los sistemas de ventilación cuando los niveles admisibles de contaminación interior sean sobrepasados.
Claves de la rehabilitación energética
No cabe duda de que el confort es un elemento clave en la vivienda y no es menos cierto que con el paso de los años nuestras necesidades en ese sentido han ido variando.
Y he aquí una de las claves a la hora de abordar la problemática de la rehabilitación energética ya que, la mejora de la eficiencia energética de los edificios no resulta por si sola lo suficientemente convincente para el fomento de la rehabilitación. Los usuarios buscan además mejorar sus condiciones de confort y bienestar.
Hay que incidir en el hecho de que rehabilitar y renovar un edificio poco saludable conducirá inexorablemente a mejorar nuestras condiciones de vida y a reducir la tasa de europeos con problemas respiratorios reduciendo por tanto los costes económicos para nuestra sociedad.
Más razones para apostar por la rehabilitación energética
En España se calcula que alrededor del 36% de las viviendas tienen unos niveles bajos de eficiencia energética, sobre todo las viviendas construidas entre los años 60 y 80. Y en relación con este dato, un estudio reciente titulado Estimación del efecto de la rehabilitación energética en la salud de las personas. Enfoque económico, realizado por el Institut de Recerca en Energía de Catalunya y promovido por la Fundación La Casa Que Ahorra, señala que la Administración podría ahorrarse 370 euros al año, en costes sanitarios y laborales, por cada una de las viviendas construidas entre los años 60-80, en las que habitan personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad energética, si se llevase a cabo una rehabilitación energética. Y es que hablamos de 1,5 millones de viviendas en esta situación.
Cada día se hace más imprescindible poner especial énfasis en el impacto negativo en la salud de habitar viviendas ineficientes o de escasa calidad constructiva y debemos ser conscientes además, de que con tantas viviendas energéticamente ineficientes, difícilmente se podrán cumplir los compromisos sobre el cambio climático. Esta debe ser otra de las razones para apostar por políticas que fomenten la rehabilitación energética.