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Todo lo que debes saber sobre los sistemas de ventilación

Publicado por S&P          julio 17, 2017          Lectura: 5 min.

En la actualidad, existen gran cantidad y diversidad de sistemas de ventilación. En la mayoría de casos, es la normativa existente la que rige el sistema de ventilación más adecuado.

Lectura: 5 min.

De forma general, podríamos clasificar los sistemas de ventilación como:

  • Sistemas de ventilación no conducidos. Red de simple extracción/aportación mecánica y entrada de aire natural.
  • Sistemas de ventilación conducidos. Red de extracción y red de aportación o doble flujo.

Un sistema de ventilación siempre se define con los siguientes componentes:

  • Ventilador de extracción y de aportación (en caso de existir).
  • Red de conductos, incluyendo reducciones y codos (excepto algún caso de extracción directa).
  • Elementos de entrada/salida de aire, como podrían ser bocas de extracción o aportación de aire, reguladores de caudal, válvulas o persianas de sobrepresión.

Además, se pueden incluir otros elementos como podrían ser sistemas de filtración, núcleos de recuperación de calor o silenciadores, entre otros.

Sistemas de ventilación no conducidos

Red de simple extracción

Una red de simple extracción se compone de tan solo un ventilador, que se encargará de extraer o aportar aire a la dependencia a ventilar.

Extracción
El caso más sencillo, y que no puede ser utilizado ni en viviendas ni en parkings (según CTE), ni en establecimientos comerciales (RITE), es el de utilizar un simple extractor mural, que se suele instalar cercano al techo de la dependencia, y que se encarga de extraer el aire viciado hacia el exterior, generando una depresión que permite la entrada de aire limpio del exterior a través de rejillas o aireadores, que en este caso se deberían situar lo más cercanas al suelo posible y en el lado justo opuesto de donde se localizan los extractores, generando un correcto barrido del aire viciado de toda la dependencia. Esta técnica se suele utilizar para renovar el aire en ambientes industriales fuera de las normativas comentadas anteriormente, debido a su facilidad de instalación y a su bajo coste. Para evitar la entrada del aire del exterior cuando los ventiladores se encuentran parados, se pueden instalar persianas de sobrepresión.

Este mismo sistema de ventilación, que “barre” el aire viciado desde la entrada hasta su salida por el extractor, se puede realizar mediante extractores de techo o cubierta, también llamados tipo “seta” por su morfología. En este caso, las entradas de aire se deberán situar tanto en la entrada o salida de la dependencia como en sus laterales, repartiendo correctamente el barrido del aire. Del mismo modo que son utilizadas las persianas de sobrepresión en el caso anterior, en este caso se suelen instalar compuertas que se cierran automáticamente la entrada de aire exterior una vez los ventiladores se han apagado.

Aportación
El caso de la aportación no conducida es mucho más difícil de encontrar que la extracción. Se suele utilizar cuando se dispone de dependencias de gran longitud entre la entrada de aire y la situación de los extractores, por lo que la existencia de posibles fugas a lo largo del recorrido provoca que el barrido no sea del todo completo. En estos casos se puede proponer la instalación de ventiladores murales de aportación de aire en la entrada que nos ayudarán a realizar el recorrido del aire deseado.

Sistemas de ventilación conducidos

Extracción
Este sistema de ventilación se puede utilizar tanto para ventilar los mismos casos anteriores así como para la ventilación de viviendas regulada por el CTE. Se trata de extraer el aire a través de rejillas o bocas de extracción, situadas en las diferentes dependencias a ventilar, y que se irán uniendo a través de un conducto correctamente dimensionado, normalmente para que el aire trasegado circule a una velocidad constante (4 m/s como máximo en viviendas, diferentes variantes en el resto de casos, dependiendo de la aplicación), para que por depresión entre el aire nuevo del exterior a través de aireadores o rejillas, situados habitualmente en el marco de las ventanas.

Respecto a la extracción mural o sin conductos, la mayor ventaja de este sistema es que permite la extracción de diferentes estancias o dependencias con tan sólo un ventilador, además de poder controlar, a través de las bocas de extracción, el caudal que queremos que se extraiga por cada ramal.

Aportación
Finalmente, dentro de esta misma variante de un sistema de ventilación con sólo un ventilador, se puede realizar una ventilación por sobrepresión. Este sistema está admitido por el RITE, siempre y cuando el caudal calculado para el establecimiento a ventilar no sea superior a 1800 m3/h, caso que nos obligaría a instalar una red de aportación y una de extracción, además de un recuperador de calor. La ventilación por sobrepresión se realiza aportando aire del exterior, previamente filtrado, al establecimiento de ventilar. De este modo, el local se “llena” de aire limpio y, mediante rejillas y por sobrepresión se escapa el aire viciado. Exactamente igual que ocurre en el sistema de extracción a través de conductos, la distribución del aire se puede realizar de una forma mucho más controlada gracias a la distribución de ramales en las estancias así como a los reguladores de caudal que se instalan en cada uno de éstos.

Sistemas de doble flujo. Aportación y extracción mecánica

Los sistemas de doble flujo son los más eficientes que existen actualmente, puesto a que nos permiten distribuir exactamente el aire a aportar y a extraer de cada estancia. Este sistema se puede utilizar en cualquier ámbito, desde viviendas hasta en las oficinas de naves industriales. Como su nombre indica, consta de dos redes totalmente diferenciadas entre sí, una de aportación y una de extracción. Lógicamente, cada una de estas redes deberá incorporar un ventilador, ya sea para extraer o bien para aportar aire. Al tratarse de una aportación mecánica, el aire introducido puede ser debidamente filtrado (en caso de una aplicación regulada por el RITE, esto es obligatorio).

Mediante este sistema conseguiremos un alto confort de los usuarios de las distintas dependencias, una regulación exacta del caudal que se quiera ventilar en cada caso, incluso por estancia, utilizando elementos como compuertas que mediante un accionamiento eléctrico, gobernado por una señal como podría ser un simple interruptor de luz o bien un sensor de CO2, se abren o cierran totalmente (interruptor) o abren o cierran hasta un cierto punto, según la señal recibida por el sensor de CO2. Si, además, junto a estos elementos incorporamos un transmisor de presión, que sea capaz de leer las diferencias de presión que se producen en este juego de compuertas, y hemos instalado ventiladores regulables a través, por ejemplo, de un convertidor de frecuencia capaz de interpretar la señal del transmisor de presión, dispondremos del mejor sistema de ventilación conocido, la Demanda Controlada de Ventilación.

La DCV es un tipo de sistema complejo que permite, como se ha explicado a través de sensores, sondas y compuertas, aportar y extraer en cada momento el caudal que se requiere según las necesidades reales de cada estancia. Por tanto, si la estancia se encuentra vacía, la ventilación requerida será prácticamente nula, por lo que la compuerta permanecerá casi cerrada, disminuyendo el caudal aportado y extraído y haciendo que indirectamente los ventiladores reduzcan su consumo.

Finalmente, si además de todas estas mejoras que se incorporan en la DCV, incorporamos en vez de dos ventiladores independientes, un recuperador de calor (obligatorio en aplicaciones RITE a partir de 1800 m3/h) que además incluye los dos ventiladores, filtros, sistemas de control y un núcleo de recuperación de calor, dispondremos del mejor sistema de ventilación y el más eficiente de todos, puesto a que gracias al recuperador de calor, al realizar la ventilación de las estancias el núcleo de recuperación de calor o core realizará un intercambio térmico del aire, atemperando de este modo el aire de entrada tanto en invierno como en verano, por lo que conseguiremos un ahorro energético importante en el consumo tanto de la climatización como de la calefacción, teniendo claro que no es lo mismo tener que, por ejemplo, calentar un aire desde 10ºC hasta 23ºC, que calentar un aire previamente atemperado de forma gratuita desde los 17-18ºC hasta la temperatura de confort.

Estos son a grandes rasgos, los diferentes tipos o sistemas de ventilación más utilizados. Además de éstos, existe lógicamente la ventilación doméstica, que se realiza con ventiladores de sobremesa con la utilidad de dar sensación de aire fresco debido al movimiento del mismo, la ventilación industrial, con sistemas, elementos y ventiladores muy especiales para cada aplicación particular, ventiladores de techo utilizados para desestratificar, etc.

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